Llevo
un montón de días queriendo publicar una entrada, pero los ánimos no
acompañaban.
Hoy
por fin me he animado a ponerme frente al portátil y escribir sobre algo que
lleva años pasándome e inquietándome.
Desde
hace algún tiempo, llevo siguiendo desde mi cuenta de InstaGram, a varias
madres, futuras madres, chicas que llevan meses (o años) intentando serlo sin
éxito y madres de bebés ángeles (aquellos niños/as que por desgracia no
llegaron a nacer cuando poco les faltaba para hacerlo) Cuando leo sus
experiencias, empatizó demasiado con ellas y muchas veces acabo llorando.
Todo
esto me hace rememorar algo….
Cuando era
niña (debía tener unos 6 o 7 años)
empecé a soñar con dos cosas en concreto, dos cosas que durante años, poblaban
mis sueños casi a diario.
Una de ellas era, que yo jamás seria madre. Que por
más que lo intentara y deseara, nunca llegaría a tener un bebe propio en mis
brazos. Debo decir que hasta que no tuve 20 años y empezó a florecer en mí el
instinto maternal, llegando a ser asfixiante a día de hoy, eso no me
preocupaba.
Es más, hasta ese momento mi deseo de ser madre era nulo, no quería
tener hijos (y ojala que en la actualidad todavía fuese así…) Hace 2 años y
medio mi pareja y yo, por aquel entonces, queríamos tener un bebé. Lo
intentamos durante unos pocos meses, y por motivos de salud míos, tuvimos que
dejar de “buscarlo” hasta que me hicieran unas pruebas y tuvieran los
resultados. Tardaron 4 meses, y una vez con los papeles médicos en la mano,
donde se me informaba que había dado negativo en las analíticas, mi pareja me
dijo que ya no era buen momento para tener un hijo (imaginaros mi cara de póker….)
Fue a partir de ese instante que esos sueños que hacía años que no tenía volvieron
a mi mente con cierta asiduidad, hasta día de hoy (es más, la pasada noche tuve
uno)
El otro
sueño que desde bien pequeña me atormentaba, es que fallecería joven. Es más,
tan joven, que siempre en las pesadillas, moría con 33 años (en pocas semanas
cumplo 32 así que…) La edad nunca variaba, siempre la misma, la que muchos
dicen, es la edad de Cristo (con la poca gracia que me hace a mi Dios, la religión
y la maldita Iglesia) Debo decir que durante años eso no me importo.
Tuve una
infancia muy jodida y una adolescencia infernal. Sufrí bullying (antes era
simple acoso escolar) y más de una vez se me paso por la cabeza la idea del
suicidio, harta de vivir aquella situación a diario. Insultos, vejaciones,
amenazas de palizas y muerte…. El suicidio me parecía el camino más fácil
para escapar de todo aquello, la verdad. Y ahora, que cada vez se acerca
más la fecha de mi trigésimo tercer
cumpleaños, de nuevo vuelvo a tener esos malos sueños.
Hasta hace una semana, tenía
la paranoia en la cabeza de que algo me pasaba.
Veréis, mi abuela materna murió
víctima de un cáncer de mama, mi tía – su hija- también lo tuvo, teniendo la
suerte de detectarlo a tiempo y estar recuperada. Mi tía paterna, también lo ha
sufrido y dos veces, ya que años después de la primera detección, volvió a
recaer, aunque a día de hoy este bien. Pues bien, yo llevaba unos meses con
bastantes dolores y pinchazos en la zona de los pechos, y también con dolores
muy agudos e intensos en la zona de los ovarios. Así que harta de comerme la
cabeza, pedí hora con la ginecóloga y que me miraran todo bien. Después de una palpación
exhaustiva, descartó cualquier bulto, y tras una ecografía, me confirmo que
todo estaba en orden.
Por ese lado estoy tranquila, aunque los malestares
persisten.
Una vez
escrito todo esto, me doy cuenta de que nunca le he contado todo esto a nadie.
A mi madre se lo cuento todo, pero en este caso algunas cosas se las he omitido
por no querer preocuparla.
Y en los últimos años no tengo ningún amigo/a del
que disponga total confianza como para contarle todo esto (mis decepciones en
el terreno de la amistad os las cuento en otra entrega)
Pero de alguna manera
necesitaba soltarlo y no guardármelo para mi sola, porque de esa forma lo único
que hago es comerme más y más la cabeza.
Sé que haciendo esto no va a cambiar
nada, pero era algo necesario para mí.
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